La característica más importante de los seres humanos es que somos personas, cada uno distinto a los demás, pero todos con la misma dignidad, independientemente de nuestros talentos, capacidades, recursos materiales o forma de ser.
La educación sólo puede ser de excelencia si promueve y cuida que en todas las acciones diarias del colegio se viva esta profunda realidad: padres, alumnos, profesores, auxiliares, secretarias, directivos … todos somos personas. Por lo tanto, no cabe un trato “al grupo” como única forma de hacer las cosas, sino que debe buscarse que cada uno sea y se sienta tratado según su alta dignidad y sus peculiares características. Este es quizá el más importante sello distintivo que queremos dar a Itahue y Pinares.
En la vida del colegio este trato personalizado se traduce en cosas bien concretas: un esfuerzo permanente por conocer de verdad a cada alumno; aceptación de cada persona según su propio carácter y capacidades; apoyo personalizado para mejorar en aquellas debilidades que lo alejan de sus propias metas. Esta forma de llevar adelante un colegio sólo es posible cuando hay cariño por todos, en medio de un ambiente de sencillez, confianza y alegría.
Evidentemente las clases sólo pueden ser grupales siguiendo el plan de contenidos de cada asignatura, pero es tarea de los profesores estar cerca de cada alumno para respetar sus ritmos y ayudarlo en sus dificultades.
Un medio valioso para apoyar esta educación personalizada son las tutorías; en ellas, un profesor-tutor ayuda personalmente a un alumno a conocerse mejor, a plantearse él mismo objetivos de mejora en su vida (académica, social, familiar, etc.), a traducir ese objetivo en acciones concretas, y lo acompaña para “dar la pelea” por mejorar. Las tutorías se desarrollan en base a entrevistas periódicas.